EL FOTOGRAFO DEL PÁNICO(Peeping Tom). De MICHAEL POWELL

"¿Sabes que es lo mas terrorifico que te puede pasar? Tener miedo”
Un primer plano de un ojo abierto de par en par: el del protagonista, quizás también el nuestro.
Una prostituta ante un escaparate y en una calle vacía. Un hombre se acerca con una cámara oculta bajo su abrigo. La prostituta camina y el hombre la sigue sin mediar palabra. Llegan al domicilio de la fulana. Ella se desviste. Él observa. La sigue filmando. Ella cree que será un aburrido polvo como tantos y tantos otros, pero algo ocurre: su cara se descompone y grita aterrorizada. Y Michael Powell, el muy maldito, nos obliga a ser partícipes al situarnos en el punto de vista subjetivo del asesino que maneja la cámara, viendo lo que él ve mientras rueda.
Nuestro hombre ha convertido la experiencia en una película, en un documental sobre el miedo. Está viendo el producto de su filmación en la sala de proyección de su casa. Ha inmortalizado el miedo real, el auténtico, a través de un objetivo que filma la muerte en directo.
Así, con este arranque tan poderoso, comienza El fotógrafo del pánico, una película sobre la fascinación del voyeurismo desde una perspectiva esquinada, enfermiza, que no se resigna a la ficción, a lo impostado, sino a la autenticidad del horror puro (¿y antecedente de las snuff movies?).
Mark Lewis (Carl Boehm) es un hombre tímido, apocado y aparentemente inofensivo. Sólo parece poder expresarse mediante el objetivo de una cámara que no abandona. Incluso parece llevar a cabo un coito metafórico con la chica del labio deforme cuando ella se sitúa, por primera vez, ante una cámara.
Hace uso de la realidad para dirigir sus propias películas, captando emociones verdaderas: las reacciones de sus víctimas en los instantes previos a morir. En comparación al director en cuyos rodajes trabaja Mark, nuestro querido psicópata llega lo más lejos posible. Mark no se desespera ante la falsedad de los intérpretes por la sencilla razón de que su método consiste en someter a los “actores” de su documental a la experiencia de saber que su vida se extingue. La mayor perversión que uno pueda rodar.
La escena donde Mark muestra imágenes de su infancia, rodadas por su padre, a la chica del piso de abajo y la secuencia en la que una actriz que ejerce de doble nos brinda un baile (la película se transforma, por unos instantes, en un musical) como antesala de su muerte en directo son, junto al prólogo, los grandes y más enérgicos momentos de esta espléndida cult movie de vivos y expresivos colores (tremenda fotografía de Otto Heller) que trata sobre los mecanismos de la imagen y el mirón.
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