EL SEPTIMO SELLO.De INGMAR BERGMAN

El onírico comienzo de esta película, una playa con unos caballos en la orilla y dos hombres tirados en el suelo, y a uno de ellos se les aparece la muerte, cuenta perfectamente el significado de lo que va a tratar la película. Bergman realizó una de las obras cumbres del cine, y la que es probablemente la mayor reflexión acerca de la vida, la supersitición y la religión de la historia del cine, junto con la grandiosa obra maestra del maestro Dreyer, Ordet. Ambos directores provocan una fascinación dentro de sus respectivas filmografías, que se podría decir que son adelantados a su tiempo, pues trataron temas que por aquel entonces eran tabús, y los hicieron de una forma sobresaliente. Y en el caso de Bergman, es probablemente el séptimo sello la que más ejemplifique su concepto del cine, y sus constantes obsesiones mostradas a lo largo de su extensísima carrera.Ciertamente, debido a los múltiples aspectos que toca el film, este daría para hacer una verdadera tesis, creando una amalgama de ideas que la hacen ser la mayor reflexión sobre las diferentes etapas de la vida jamás hecha en cine. Bergman nos presenta a un caballero que no es hábil sólo con la espada, si no que está obsesionado con conocer el sentido de la vida, y por obtener conocimiento, llegando a entablar conversaciones con la muerte acerca del poder de dios y su verdadera autoridad. Este caballero es el hilo conductor de la historia, sabedor de su destino, que intentará alcanzar la sabiduría plena antes de que el final llegue, y a él se le van uniendo diferentes personajes que nos permiten conocer a la perfección las inquietudes de la época medieval, llena de oscurantismo, superstición, y miedo contra la iglesia. Precisamente, aquí se utiliza la iconografía de Juana de Arco para representar a la condenada a muerte por haber tenido contacto con el diablo, fruto del fanatismo eclesiástico que rodea toda la película, y que Bergman pone en el ojo del huracán, al considerarla clpable de todo ese desbarajuste, de meter el miedo en el cuerpo al pueblo a base de mentiras y fanatismos. A la hora de la verdad, el caballero afrontará su destino y el de sus compañeros con miedo, y se dará cuenta de que el mundo de superstición en el que vive nunca podrá alcanzar la verdad suprema, no siendo más que meras marionetas en manos de Dios y del inexorable destino.De Bergman siempre cabe destacar su dirección, sobria y ejemplar, con un ritmo constante que no varia en ningún momento, con extraordinarios y profundos diálogos sobre la vida, la muerte, el amor o la fé, amén de una fuerza visual casi onírica, sin duda ayudada por la grandísima fotografía, de carácter expresionista, que dota de una sensación de desvirtuación a las situaciones que acontecen a lo largo de toda la cinta, creando la que es, probablemente, la obra maestra de Ingmar Bergman.