LA PIANISTA. De MICHAEL HANEKE

Erika Kohut imparte clases de piano en el Conservatorio de Viena. Vive con su madre la cual la controla a todas horas y ejerce sobre ella una fuerte represión sexual. Cuando Erika escapa de la influencia de su madre acude a espectáculos porno y autocines donde se masturba mirando como lo hacen otras parejas. Un día Erika acude a casa de unos conocidos a dar un concierto privado de piano. Allí conoce al joven hijo de estos que se enamorará perdidamente de ella. A partir de aquí comienza una tortuosa relación que les llevará a ambos hasta el límite...

Que Michael Haneke no es un director corriente ya quedó patente en sus anteriores películas estrenadas en España “Funny Games” y “Código Desconocido”. La primera exploraba la violencia de una forma brutal, casi hiriente mientras que la segunda tenía la incomunicación como tema central con una estupenda Juliette Binoche como protagonista. Pudimos comprobar entonces que Haneke, lejos de la blandenguería con la que otros directores plasman la realidad en sus películas, elige el camino más sincero y, a la vez, el más doloroso para mostrárnosla. Pues bien, esta mirada fría que aparecía en sus anteriores films se ve potenciada en “La Pianista”. El director disfruta haciéndonos testigos directos de la decadencia interior de esta profesora de piano cuya vida está marcada por una madre posesiva y una total alienación de la sociedad. Este control absoluto por parte de su madre lleva a la protagonista a desarrollar unos instintos sexuales depravados cuyos resultados van desde las visitas habituales a cabinas y shows pornográficos hasta la automutilación. Haneke nos muestra la vida de esta mujer de una forma totalmente distante y haciéndonos saber, desde el inicio de la película, que la inadaptación de la protagonista es totalmente irremediable y que jamás podría llegar a alcanzar una vida normal. Y es esta certeza la que hace la película tan desalentadora, tan dura y, a la vez, tan sincera. Porque lo que aquí pretende el director no es incomodarnos sino mostrarnos la realidad tal cual él la ve, tan cual es en realidad por mucho que, en ocasiones, no queramos verla. Quizás no es algo que se encuentre en nuestro entorno (o si) o algo que nos sea cercano pero, es algo que, sin duda, existe.

Para el papel protagonista, Haneke pensó desde el primer momento en Isabelle Huppert. De hecho, afirmo que no habría realizado la película si la actriz francesa no hubiese aceptado protagonizarla. El resultado fue una interpretación soberbia que le valió el premio a la mejor actriz del Festival de Cannes. Huppert construye su personaje de forma magistral mostrándonos a una mujer cuya apariencia externa es la de una dura y fría profesora de piano mientras que, en su interior, posee un volcán de sentimientos y pensamientos contradictorios marcados por una severa educación y un férreo control materno. También cabe destacar el estupendo trabajo de su pareja protagonista Benoît Magimel que también le valió el premio al mejor actor en Cannes. Magimel interpreta a la perfección el estado de indecisión de quien se sabe entre la espada y la pared, de quien desea algo que sabe le va a destruir... También se descubre perfecta la actuación de la veterana Annie Girardot como la madre sobreprotectora y aficionada a la tele-basura.

“La Pianista” supone la primera película que Haneke realiza basándose en una novela ya que hasta el momento siempre había rodado sobre guiones propios. La novela elegida pertenece a Elfriede Jelinek, novelista que se emparenta con Haneke en su sórdida mirada a la sociedad austriaca actual. La novelista reconoció en el director austriaco al único capaz de adaptar su novela después de ver los anteriores trabajos del director. Viendo la película se da uno cuenta de los puntos en común que poseen ambos, director y novelista, que no solo comparten la misma visión descarnada de la sociedad sino que se muestran igualmente inclementes con ella. En varias ocasiones, el realizador ha expresado su intención de hacer llegar al espectador la violencia que nos rodea puesto que, en su opinión, solo la conocemos por los medios de comunicación.

La fotografía, a cargo de Christian Berger, nos mantiene a raya durante toda la película mostrándonos la acción de una forma distante. Abundan los colores fríos que apoyan el carácter aséptico y frío del relato. La música, en su mayoría piano, prácticamente solo aparece en las secuencias en las que se toca el instrumento dejando la mayoría del resto del metraje en un silencio que contribuye a incomodar al espectador al no aportar un ritmo a las secuencias lo cual las hace todavía más duras.

“La Pianista” consiguió finalmente el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes, además de los premios para su pareja protagonista. Con todo, hubo críticos que abandonaron la sala a mitad de proyección demostrando de esta manera una absoluta falta de respeto y queriendo dar a entender que no eran capaces de aguantar semejante película. Ellos se lo pierden...

Michael Haneke ya había demostrado con anterioridad su interés en trabajar con Isabelle Huppert cuando le ofreció en papel protagonista de “Funny Games” en 1997. Por aquel entonces, Huppert no se veía preparada para un papel tan duro y denegó la oferta. Cuatro años más tarde lo volvió a intentar para su sexta película y, en esta ocasión, aceptó.

En definitiva, “La Pianista” supone una feroz crítica a la alta sociedad austriaca a la vez que nos muestra de una forma descarnada, fría y sincera aquello que todos sabemos que existe pero que nos negamos a ver. Una estupenda película que nos ofrece uno de los más interesantes directores del momento.